Desarrollar tu propio criterio: Guía de pensamiento crítico para jóvenes
Coautoría: Yeimmy Londoño (Consultor académico) y ChatGPT (2025)
Introducción
En la era de internet y las redes sociales, los jóvenes de 10 a 15 años reciben una avalancha de información, opiniones y tendencias a diario. Es fácil sentirse abrumado y dejarse llevar por lo que piensan los demás, ya sean amigos, influencers o la mayoría en una comunidad en línea. Por eso, el objetivo principal de esta guía es ayudarte a entender qué es el criterio propio y cómo desarrollarlo. Tener criterio propio significa pensar por ti mismo: formarte tus propias opiniones y decisiones basadas en tu análisis y valores, en lugar de aceptar ciegamente lo que otros dicen. Dicho de otro modo, es aprender a tener un sentido crítico que te permita discernir qué información o consejo vale la pena seguir y cuál no compartirenfamilia.com. Esto es especialmente importante en la juventud, cuando empezamos a forjar nuestra identidad y a enfrentarnos a influencias externas.
Desarrollar tu criterio personal te traerá muchos beneficios. Por ejemplo, te da independencia intelectual: quienes piensan críticamente aprenden a formarse sus propias opiniones sin depender solo de la influencia de otros hacerfamilia.com. También aumenta tu autoconfianza: al tomar decisiones informadas por ti mismo, te sentirás más seguro de tus conclusiones hacerfamilia.com. Además, mejora tu capacidad de resolver problemas (útil en el colegio y en la vida diaria) y te prepara para ser un ciudadano responsable en el futuro hacerfamilia.com. En resumen, fortalecer tu propio criterio te ayudará a ser más autónomo, informado y capaz de enfrentar los desafíos de un mundo complejo hacerfamilia.com. A continuación, exploraremos por qué tener criterio propio puede evitar que la sociedad (y tú como parte de ella) sea manipulada, por qué es bueno escuchar distintas opiniones de forma imparcial y escéptica, cómo mantener tu criterio alineado con tus valores éticos, qué técnica sencilla puedes practicar para desarrollar tu pensamiento crítico y cómo saber si tu criterio es íntegro (es decir, coherente con un comportamiento social ético y respetuoso).
¿Qué es el criterio propio y por qué es importante?
El criterio propio es la capacidad de cada persona para formar sus propias opiniones, juicios y decisiones basándose en un análisis crítico de la información, en lugar de repetir simplemente lo que otros dicen. En otras palabras, es tu habilidad para decidir por tu cuenta qué pensar sobre algo, después de haberlo razonado. Por ejemplo, si todos tus amigos dicen que cierto videojuego es aburrido, tener criterio propio significa que tú probarías el juego o analizarías sus puntos buenos y malos antes de decidir si tú piensas que es aburrido o no. No se trata de llevar la contraria por sistema, sino de pensar con tu cabeza y no solo con la de los demás.
Desarrollar el criterio propio desde joven es fundamental. Los expertos en educación señalan que debemos lograr que los niños y adolescentes “no se dejen llevar tan fácil por la mayoría”, sino que aprendan a pensar por sí mismos compartirenfamilia.com. Esto cobra importancia en un mundo donde tenemos cada vez más información disponible al instante: sin pensamiento crítico, es fácil confundirse o aceptar datos falsos. Tener criterio te permite filtrar y seleccionar la información que es válida y útil, descartando la que no lo es compartirenfamilia.com. Por ejemplo, en redes sociales pueden circular rumores o desafíos virales peligrosos; un joven con criterio propio sabrá discernir cuál noticia es confiable y cuál podría ser un engaño.
Las ventajas de ejercitar tu propio juicio se extienden a muchos aspectos de tu vida. Algunas razones clave para desarrollar el criterio propio son:
Independencia intelectual: Quienes piensan críticamente aprenden a formar sus propias opiniones sin depender exclusivamente de la influencia de otros hacerfamilia.com. Esto significa que no cambiarás de opinión solo porque “todos los demás lo dicen”, sino porque tú lo has reflexionado y estás de acuerdo.
Mayor confianza en ti mismo: Al tomar decisiones basadas en un análisis lógico y evidencia, aumentarás tu autoconfianza. Sabes por qué piensas lo que piensas, y eso te da seguridad en tus ideas hacerfamilia.com.
Mejor resolución de problemas: El pensamiento crítico te entrena para analizar situaciones y buscar soluciones creativas. En la escuela, por ejemplo, no solo memorizarás datos, sino que los entenderás profundamente y sabrás aplicarlos para resolver ejercicios o proyectos hacerfamilia.com.
Protección contra engaños: Tener criterio propio es como activar un filtro contra la desinformación. Una población capaz de pensar críticamente es más resistente a las noticias falsas y a las ideologías extremistas, lo que promueve una sociedad más justa y democrática (Nuevo Espín, 2024) hacerfamilia.com. En tu caso, significa que será más difícil que caigas en trampas, estafas o manipulaciones, porque sabrás cuestionar las cosas.
En pocas palabras, pensar por ti mismo te permite ser dueño de tu mente y de tus decisiones. Te convierte en alguien más autónomo y preparado para los retos académicos y sociales. Y lo mejor es que cualquiera puede desarrollar esta habilidad con práctica y voluntad. En los siguientes apartados, veremos cómo el criterio propio nos ayuda frente a la manipulación social y qué hábitos puedes adoptar para fortalecerlo día a día.
Pensar por ti mismo para evitar la manipulación social
Una de las hipótesis que queremos contrastar es: “tener criterio propio permite evitar que la sociedad sea manipulada”. En términos sencillos, esto significa que si cada individuo piensa críticamente por su cuenta, no se deja engañar fácilmente, y por lo tanto es más difícil que alguien (un grupo, un medio de comunicación deshonesto, etc.) manipule a la sociedad entera. Cuando muchas personas carecen de pensamiento crítico, es más fácil difundir mentiras o convencerlas de hacer algo incorrecto. En cambio, si la mayoría piensa por sí misma, cuestionando lo que oye, la sociedad en conjunto se vuelve más resistente a la manipulación hacerfamilia.com.
La historia y la psicología nos ofrecen ejemplos fascinantes de cómo la ausencia de criterio propio puede llevar a la manipulación. El psicólogo Solomon Asch realizó en 1951 un experimento clásico sobre influencia de grupo. En su estudio, mostró que muchos participantes daban una respuesta incorrecta a propósito solo porque los demás en la sala (que estaban confabulados) daban esa respuesta, aun cuando era obviamente equivocada psicologiaymente.com. En otras palabras, cedían a la presión del grupo para no sentirse diferentes, comprometiendo su propia percepción correcta. Este experimento demostró cuán fuerte puede ser la influencia social sobre nuestras decisiones cuando no seguimos nuestro propio juicio. Piensa en esto: ¿te ha pasado que todos tus amigos opinaban algo (por ejemplo, que cierto youtuber es el mejor o que cierta moda es tonta) y tú por dentro no estabas de acuerdo, pero asentiste para encajar? Es normal sentir esa presión, pero desarrollar criterio propio te ayuda a no ceder ante ella tan fácilmente.
Otro estudio famoso, el experimento de Stanley Milgram en 1961, mostró que personas comunes podían llegar a hacer daño a otros por obedecer órdenes de una figura de autoridad, incluso si eso iba contra sus valores personales psicologiaymente.com. ¿Por qué sucedió? Porque muchos asumieron que “la autoridad sabe mejor” y apagaron su propio criterio moral. Aunque este experimento es extremo (involucraba supuestas descargas eléctricas a otro participante bajo instrucción de un científico), nos deja una lección importante: no debes hacer algo que crees incorrecto solo porque alguien con autoridad te lo pide. Tener criterio propio significa cuestionar incluso las órdenes o modas dañinas, y decidir basándote en lo que es correcto.
Llevemos esto a un ejemplo cotidiano para ti: imagina que en tu grupo de amigos en un videojuego online todos comienzan a acosar (hacer bullying) a un jugador nuevo porque piensan que juega mal. La “presión del grupo” podría hacerte sentir que debes unirte para ser aceptado. Pero tu criterio propio —tu voz interior crítica— puede decirte: “¿Está bien burlarse de alguien por eso? ¿Qué gano yo con herir a esta persona?”. Si has cultivado esa voz interior, probablemente decides no participar en el acoso, e incluso podrías defender al jugador nuevo. De esta manera, tu pensamiento independiente te protegió de ser manipulado por la crueldad del grupo y, a la vez, aportó algo bueno a la pequeña sociedad que es tu comunidad de juego.
En conclusión, pensar por ti mismo te blinda contra muchas formas de manipulación. Evitas ser una “marioneta” de la opinión de la mayoría o de lo que diga una figura popular. Como señaló una publicación, una población que sabe pensar críticamente no se deja arrastrar por la desinformación ni por ideologías extremas hacerfamilia.com. Esto aplica a gran escala (sociedad entera) y a pequeña escala (tu día a día en el colegio o internet). Usando tu criterio, cuestionas los rumores infundados, las fake news y las presiones negativas. Tú tienes el control de lo que crees y haces, no la corriente dominante.
Escucha todas las voces, pero con mente crítica
Otra idea importante a discutir es la siguiente hipótesis: “es bueno conocer opiniones de todos los puntos de vista, pero en principio hay que verlas de forma imparcial y escéptica”. En efecto, uno de los superpoderes del pensamiento crítico es combinar la mente abierta con el escepticismo sano. Ser de mente abierta significa que estás dispuesto a escuchar distintas opiniones y considerarlas, incluso si al principio no concuerdas con ellas. Un joven con mentalidad abierta, por ejemplo, podría escuchar tanto la opinión de sus padres, como la de sus amigos, como la de un experto en YouTube sobre un tema, antes de formarse un juicio. ¿Por qué es bueno esto? Porque si solo te quedas con una perspectiva, podrías perderte información valiosa o no entender completamente un problema. Conocer todos los puntos de vista enriquece tu comprensión y te permite ver “los dos lados de la historia” (¡o incluso más lados, si los hay!).
Pero –y aquí viene la otra cara de la moneda– ser abierto a escuchar no significa creer o aceptar automáticamente todo lo que oyes. Ahí es donde entra la actitud imparcial y escéptica. Imparcial quiere decir que al inicio no tomas partido ciegamente por una opinión u otra, sino que las examinarás con objetividad. Y escéptica quiere decir que pones en duda las afirmaciones hasta encontrar evidencias o razones sólidas para aceptarlas. Un buen pensador crítico suspende el juicio inicial: recoge la información de varias fuentes, la compara, y solo entonces decide qué le convence más.
En la práctica, podrías aplicar esto así: imagina que estás viendo un debate en redes sobre si un videojuego popular debería ser permitido para niños de tu edad. Lees a algunas personas diciendo “sí, es educativo”, a otras diciendo “no, es violento”. Con mentalidad abierta, consideras ambas opiniones; con escepticismo, preguntas por qué dicen eso. Quizá investigas: ¿qué evidencia dan? ¿Lo dicen porque leyeron un estudio o solo por experiencia personal? Tal vez descubres que quienes están a favor mencionan que el juego mejora la estrategia, y quienes están en contra muestran ejemplos de conductas agresivas de algunos jugadores. Con esa información imparcialmente reunida, tu propio criterio podrá formarse: podrías concluir, por ejemplo, que “el juego es bueno si se juega con moderación, pero entiendo que pueda tener riesgos”. Lo importante es que no te quedaste con la primera opinión que viste, sino que pensaste críticamente desde varios ángulos.
Los especialistas enfatizan que “las disposiciones de mente abierta y escepticismo se complementan entre sí, no se contradicen” (Dwyer, 2023) psychologytoday.com. Esto quiere decir que puedes –y debes– ser ambas cosas a la vez: abierto a nuevas ideas, pero cuidadoso antes de aceptarlas. De hecho, un artículo de la Fundación Igino Giordani recomienda ser “curioso y un poquito escéptico”: no quedarte solo con lo que te dicen, siempre cuestionar y buscar otras fuentes para contrastar fundaciongiordani.org. En resumen, explora todas las opiniones, pero con pensamiento crítico activado. Sé receptivo, pero no ingenuo. Este equilibrio te ayudará a aprender mucho de los demás sin que nadie “te lave el cerebro”. Recuerda: considerar una idea no es lo mismo que creer ciegamente en ella. Puedes escucharla, examinarla y luego decidir si la haces tuya o la descartas por falta de fundamento.
Un criterio flexible, pero guiado por valores éticos
¿El criterio propio de una persona debe ser algo fijo e inamovible? ¿O puede (y debe) evolucionar con el tiempo? Y otra pregunta relacionada: ¿ese criterio tiene que alinearse con nuestros valores éticos? Pensemos en esto. Por un lado, tener criterio propio no significa aferrarse obstinadamente a una opinión pase lo que pase. De hecho, una característica de la gente inteligente y crítica es la capacidad de cambiar de opinión cuando descubre nueva información o se da cuenta de que estaba equivocada. No pasa nada por cambiar tu postura si encuentras evidencias mejores – al contrario, eso demuestra honestidad intelectual. Como dice un dicho famoso, “solo los necios nunca cambian de opinión”. Si mañana descubres que la opinión que tenías sobre un tema era incorrecta, tu nuevo criterio basado en lo que aprendiste será más sólido que el anterior. En ciencia, por ejemplo, los conocimientos van actualizándose; de igual modo, tu criterio personal puede refinarse a lo largo de la vida. Mantener cierta flexibilidad mental es bueno.
Por otro lado, flexible no significa carente de principios. Aquí entra la importancia de los valores éticos personales. Tu criterio propio debería construirse sobre los valores fundamentales que consideras correctos: honestidad, respeto, empatía, justicia, responsabilidad, etc. Estos valores son como una brújula interna que te orienta para saber si algo está bien o mal. Así, aunque estés dispuesto a revisar tus opiniones sobre hechos o preferencias, tus valores básicos te guían para no perder la integridad. Imagina que tu criterio sobre “hacer trampa está mal” está basado en un valor ético (la honestidad). Podrás discutir mil casos, pero mientras ese valor siga siendo central para ti, tu posición de que hacer trampa está mal se mantiene, a menos que haya un motivo ético aún mayor en juego.
¿Por qué es importante alinear el pensamiento crítico con la ética? Porque pensar críticamente sin valores puede ser peligroso. Un autor advierte que promover un pensamiento crítico totalmente desprovisto de compromiso ético puede resultar en un ejercicio vacío e incluso riesgoso, que derive en escepticismo extremo o relativismo (Mota, 2023) espacioidea.eu. Es decir, si uno se acostumbra a cuestionarlo todo sin ningún ancla moral, podría terminar justificando cualquier cosa (incluso acciones incorrectas) o no creyendo en nada (“¿qué importa lo que haga, si todo es relativo?”). El objetivo de tener criterio propio no es volverse cínico ni insensible, sino ser capaz de pensar por uno mismo haciendo el bien.
Volvamos al ejemplo del experimento de Milgram mencionado antes: allí algunas personas dañaron a otros por obedecer órdenes, a pesar de que internamente muchos sabían que estaba mal. Aquí vemos un choque entre criterio (saber que estaba mal) y obediencia ciega. Si esas personas hubieran puesto sus valores éticos primero —por ejemplo, “no hacer daño a otro inocente” — tal vez se habrían negado a obedecer, usando su criterio propio contra la presión de la autoridad. De hecho, es conocido que en ese experimento hubo participantes que detuvieron la prueba antes de hacer más daño, precisamente porque siguieron su conciencia. Este es un gran ejemplo de mantener tu criterio alineado con tus valores: no hacer algo contrario a tus principios, aunque te lo ordenen o aunque todos lo hagan.
Para ti en el día a día, ¿qué significa esto? Significa que si tu voz interior (tu criterio) te dice que algo no cuadra con lo que tú sabes que está bien, le hagas caso. Por ejemplo, si en redes sociales ves que se difunde un reto viral que consiste en una broma pesada que puede lastimar a alguien, tus valores (empatía, respeto) seguramente te indican que eso está mal. Tu pensamiento crítico evaluará las posibles consecuencias negativas. Tener criterio propio íntegro sería decidir no participar, e incluso explicar a otros por qué ese reto no es correcto, aunque sea “popular”. En cambio, si desoyes tus valores solo por seguir la corriente, estarías traicionando tu propio criterio ético.
En síntesis, el criterio de una persona no puede ser completamente fijo, porque debemos estar abiertos a aprender y mejorar nuestras ideas con el tiempo. Pero esa flexibilidad siempre debe ejercerse dentro de los límites de nuestros valores éticos. Tus valores son el cimiento; sobre ellos construyes opiniones que pueden ajustarse, sí, pero sin demoler principios como la honestidad o la empatía. Así, mantendrás un criterio coherente y honesto. Ser crítico y tener valores van de la mano: pensar en todo sin considerar el bien y el mal puede llevarte por mal camino, igual que seguir un valor sin pensar críticamente puede volverte fanático. El equilibrio ideal es mente abierta, análisis crítico y corazón bien ubicado.
¿Cómo desarrollar tu propio criterio? (Una técnica práctica)
Llegados a este punto, podrías preguntarte: “Todo esto suena bien, ¿pero cómo empiezo a pensar más por mí mismo?”. Desarrollar el criterio propio es como entrenar un músculo: requiere práctica constante, pero no es complicado. Te proponemos una técnica sencilla que puedes aplicar cada vez que te enfrentes a información nueva, un problema o una decisión importante. Piensa en esta técnica como un hábito de tres pasos:
Pregunta y reflexiona: Ante cualquier afirmación o idea que recibas (ya sea algo que leíste en internet, que escuchaste de un amigo, o incluso que asumiste tú mismo), hazte preguntas. Por ejemplo: “¿Quién dice esto y con qué intención?” “¿Por qué debería creerlo?” “¿Qué evidencia hay?”. Si alguien afirma en tu grupo de WhatsApp “Este famoso hizo tal cosa”, no lo des por cierto inmediatamente: primero pregúntate si la fuente es confiable o si podría ser un rumor. Oblígate a pausar en lugar of aceptar todo al instante. Esa pequeña pausa para pensar ya es parte del pensamiento crítico.
Verifica en fuentes confiables: No te quedes con una sola versión de la historia. Busca diferentes fuentes de información y compara lo que dicen compartirenfamilia.com. En internet, por ejemplo, puedes buscar la noticia en un sitio de confianza o consultar con un adulto de tu confianza (un maestro, tus padres) sobre el tema. Aprende a distinguir fuentes fiables de fuentes dudosas. Un medio oficial, un libro, o un experto reconocido suelen ser más fiables que una cadena de redes sociales sin autor claro. Si se trata de una decisión personal (por ejemplo, elegir un club extracurricular), “verificar” podría significar hablar con varias personas que conocen ese club para oír sus experiencias. La idea es no quedarte con lo primero que te digan: contrasta la información fundaciongiordani.org. Muchas veces, al investigar un poquito más, descubres detalles que cambian tu perspectiva.
Piensa con tus propios valores y argumentos: Una vez que tengas información de calidad, saca tus conclusiones. Pregúntate: “¿Qué opinio yo de esto, después de analizarlo? ¿Cuáles son las razones a favor o en contra?”. Trata de argumentar tu posición con tus palabras: si decides algo, sé capaz de explicarlo. Por ejemplo, si tras averiguar de varias fuentes concluyes que cierto hábito (digamos, consumir muchas bebidas azucaradas) no es bueno, podrías articular: “Creo que debemos moderar las gaseosas porque investigué y vi que pueden causar problemas de salud, y para mí la salud es importante”. Cuando des tu opinión, intenta siempre darle un porqué (justifícala) compartirenfamilia.com. Este ejercicio te obliga a pensar realmente en si tu opinión está bien fundada o si necesitas investigar más. También, asegúrate de considerar tus valores: ¿tu conclusión respeta tus principios? ¿Tiene en cuenta a los demás? Si notas que tu idea va en contra de algo que consideras valioso (por ejemplo, justicia o respeto), quizás debas revisarla.
Aplicar esta técnica de “pregunta, verifica y concluye” cada vez se te hará más natural. Por ejemplo, supón que en tu comunidad de un videojuego todos dicen que cierto jugador hizo trampa. En vez de sumarte al linchamiento virtual, tú preguntas por evidencias: “¿Cómo saben que hizo trampa?”. Luego buscas si hay pruebas (¿alguien lo vio, hay un video?). Si no encuentras nada sólido, tu conclusión podría ser: “No voy a acusar a esa persona sin pruebas, sería injusto”. Tus amigos quizá actúen por impulso; tú, en cambio, estás usando tu criterio propio. Esa es la diferencia. Otro ejemplo: ves en TikTok un “truco milagroso” para estudiar menos y aun así sacar buenas notas. Antes de emocionarte, preguntas: “¿Quién recomienda esto? ¿Es un profesor o solo un influencer buscando visitas?”. Decides buscar en Google opiniones de expertos educativos; descubres que no hay atajos para aprender y que ese “truco” podría hacerte perder el tiempo. Así evitas caer en la trampa. Todo gracias a aplicar unos simples pasos de pensamiento crítico.
Con el tiempo, notarás que este hábito te hace más sabio y prudente. No significa que nunca te equivoques (todos podemos creer algo falso alguna vez), pero sí que aprenderás de esos errores y cada vez será más difícil que te manipulen. Recuerda: cuestionar no es molestar, es cuidar tu mente. Y si en algún momento te sientes presionado porque “piensas diferente” a los demás, ten presente que eso es exactamente lo que hacen las mentes independientes: no temen ser la voz distinta cuando tienen buenas razones. Muchas de las grandes ideas comenzaron con alguien que se atrevió a pensar diferente con criterio y fundamentos.
¿Cómo sabemos que nuestro criterio es socialmente íntegro?
Tener criterio propio implica pensar por ti mismo, pero debemos asegurarnos de que ese pensamiento esté bien encaminado y no se convierta en algo dañino para nosotros o para los demás. Aquí entra el concepto de integridad social: significa comportarse de manera ética y responsable dentro de la sociedad. La pregunta es: ¿cómo saber si nuestro propio criterio está alineado con un comportamiento social íntegro? En otras palabras, ¿cómo verificamos que nuestras conclusiones y opiniones son moralmente correctas y consideradas con los demás, y no solo ideas egoístas o equivocadas?
Una forma de evaluarlo es aplicando lo que podríamos llamar el “filtro ético” a nuestras ideas. Después de formarte una opinión o planear una acción con tu criterio, haz una pausa y reflexiona: ¿Esto que pienso o quiero hacer respeta los valores básicos (honestidad, respeto, empatía, justicia)?; ¿Qué impacto tendría en otras personas?. El pensamiento crítico maduro no solo analiza datos desde la fría lógica individual, sino que también considera el efecto en la sociedad y actúa de forma responsable (Fundación Igino Giordani, 2024) fundaciongiordani.org. Por ejemplo, supongamos que tu criterio te dice que está bien expresar libremente lo que piensas (valor: honestidad). Ahora, imagina que lo que piensas es una crítica hacia un compañero de clase. ¿Cómo lo dices de manera íntegra? Puedes ser honesto, sí, pero sin herir (valor: respeto). Un criterio socialmente íntegro encontraría la forma de dar esa opinión de manera constructiva y empática, no con insultos.
Otra señal de que tu criterio es íntegro es cuando coincide con el sentido común del bien colectivo. Por ejemplo, si tu análisis personal te lleva a concluir que ayudar a un amigo con sus tareas está bien, eso alinea con valores sociales positivos como la solidaridad. Si en cambio tu “criterio” te llevara a concluir que “está bien hacer trampa en un examen porque igual todos lo hacen”, ahí hay una bandera roja: aunque sea tu conclusión, va contra valores éticos (justicia, honestidad) y contra las normas sociales. Probablemente ese no es un criterio propiamente crítico, sino una justificación para algo incorrecto. En casos así, es importante recalibrar: volver a pensar con más detenimiento, quizá consultar con alguien de confianza, y reconocer que nuestra primera conclusión pudo estar sesgada por querer un beneficio fácil. Un criterio íntegro a veces requiere auto-crítica: ser capaz de decir “¿estoy siendo justo?” o “¿me estaría engañando a mí mismo para conseguir lo que quiero?”.
Un buen ejercicio es ponerte en el lugar del otro. Si tu criterio te lleva a opinar sobre otros o a tomar acciones que involucran a otros, piensa: “¿Me parecería correcto si alguien más hiciera o dijera esto sobre mí?”. La empatía es una brújula muy útil. Cuando desarrollas pensamiento crítico con empatía, tus conclusiones tienden a ser socialmente más responsables. De hecho, parte de pensar críticamente es estar dispuesto a aprender de las opiniones de los demás y a cultivar la empatía hacia sus perspectivas fundaciongiordani.org. Esto te ayuda a no ser tan duro o radical con tu propio punto de vista.
Volviendo al ejemplo de la comunidad de videojuegos: digamos que tu criterio te dice “voy a criticar abiertamente a quien juega mal porque así aprenderá”. Antes de publicar ese comentario hiriente, pregúntate: ¿Estoy siendo constructivo o solo desquitando mi frustración? ¿Cómo se sentirá la otra persona?. Si te das cuenta de que podrías lastimar a alguien sin necesidad, un criterio íntegro te haría modificar tu enfoque: quizá decidirás mejor dar un consejo amable de mejora en lugar de una burla. En cambio, si tras pensarlo concluyes que tu opinión es firme y respetuosa, adelante, puedes expresarla sabiendo que estás siendo fiel a tus valores y aportando algo útil.
En resumen, sabes que tu criterio es socialmente íntegro cuando está en sintonía con los valores universales de respeto y responsabilidad. Una mente crítica y ética evalúa no solo si algo es lógico, sino también si es correcto y justo. Para lograrlo, nunca dejes de lado tu brújula moral. Si notas que tu juicio se está desviando hacia justificar algo que en el fondo sabes que está mal, tómate el tiempo de revisarlo. A veces, hablar con alguien de confianza ayuda: “Oye, estoy pensando esto, ¿te parece que estoy siendo justo?”. No es buscar aprobación ciega, sino escuchar perspectivas para pulir tu propio pensamiento. Finalmente, la integridad de tu criterio se reflejará en tus actos: si tus decisiones tomadas con pensamiento crítico resultan en acciones positivas, consideradas y honestas, vas por buen camino.
Conclusiones
Desarrollar tu propio criterio es un viaje emocionante y enriquecedor, especialmente durante la adolescencia, cuando comienzas a descubrir el mundo con ojos más independientes. En esta guía vimos que tener criterio propio es, en esencia, aprender a pensar críticamente: cuestionar la información, formarse opiniones propias, y hacerlo siempre con apertura mental pero también con escepticismo sano. Esto te empodera para no ser manipulado fácilmente por la presión de grupo, la desinformación o la autoridad injusta. Un joven que piensa por sí mismo, pero que a la vez mantiene sus valores éticos, es alguien difícil de engañar y con alta probabilidad de tomar buenas decisiones para sí y para su comunidad.
Piensa en el criterio propio como en un músculo mental o incluso como en un superpoder. Al principio puede costar un poco usarlo (porque es más cómodo a veces simplemente seguir a los demás), pero con práctica se vuelve natural y muy fuerte. Ese “superpoder” te ayuda a distinguir entre lo verdadero y lo falso, entre lo bueno y lo malo para ti, entre lo mediocre y lo brillante fundaciongiordani.org. En pocas palabras –y como lo describe la Fundación Giordani– el pensamiento crítico “nos permite ser dueños de nuestra mente”, tomar decisiones que realmente valen la pena y contribuir positivamente a la sociedad fundaciongiordani.org.
Para los jóvenes de 10 a 15 años, dominar esta habilidad desde temprano es un regalo que seguirá dando frutos toda la vida. Imagina afrontar los desafíos del colegio, las amistades, el trabajo futuro y la ciudadanía, con la capacidad de pensar, discernir y decidir por ti mismo. Serás más libre, porque no andarás a merced de cada influencia del momento. Serás más seguro, porque sabrás en qué crees y por qué. Y serás un agente de cambio positivo, porque una sociedad con individuos que piensan críticamente es más justa, informada y resiliente hacerfamilia.com.
Así que, cada vez que te enfrentes a una decisión o información, recuerda: pregunta, verifica, piensa... y actúa según tu propio criterio, guiado por tus mejores valores. Como coautores de esta revisión (Yeimmy y quien escribe), esperamos que estos consejos te inspiren a confiar en tu capacidad de razonar. Tu voz y tu mente son únicas, aprovéchalas. Desarrollar tu criterio propio te permitirá escribir tu propia historia con pensamiento crítico, corazón íntegro y mucho optimismo hacia el futuro. ¡Adelante, joven crítico, el mundo necesita más mentes como la tuya!
Referencias
Campo Martínez, M. (s.f.). 6 pautas para desarrollar el pensamiento crítico. Compartir en Familia. Recuperado de https://compartirenfamilia.com/aprendizaje/6-pautas-para-desarrollar-un-pensamiento-critico.html
Dwyer, C. P. (2023, 26 de junio). 100 consejos breves y hallazgos en cuanto al pensamiento crítico. Psychology Today en español. Recuperado de https://www.psychologytoday.com/uy/blog/100-consejos-breves-y-hallazgos-en-cuanto-al-pensamiento-critico
Fundación Igino Giordani. (2024, marzo). Pensamiento crítico. Fundación Igino Giordani – Actualidad. Recuperado de https://fundaciongiordani.org/pensamiento-critico/
García Grau, B. (2024, 6 de febrero). El criterio propio: un elemento clave en la toma de decisiones. Psicología y Mente. Recuperado de https://psicologiaymente.com/inteligencia/criterio-propio-elemento-clave-toma-de-decisiones
Mota, E. (2023). ¿Es posible hablar de pensamiento crítico?. Espacio IDEA (Blog). Recuperado de https://espacioidea.eu/es-posible-hablar-de-pensamiento-critico/
Nuevo Espín, M. (2024, 19 de junio). El pensamiento crítico: aprende a tener criterio propio desde la infancia. Hacer Familia. Recuperado de https://www.hacerfamilia.com/ninos/pensamiento-critico-aprende-tener-criterio-propio-infancia-20240619103408.html


El pensamiento crítico debe ser parte de la formación desde edad temprana, junto a los valores que ayudan a crecer en el camino, todo ello te ayuda a discernir que es bueno para tí, de lo malo simplemente te alejas, lo evitas y si es posible le cierras la puerta. 👍